Los Eforos
Los éforos (“supervisores”), preexistentes a la reforma de Licurgo, formaban un colegio de cinco magistrados elegidos por la asamblea para un mandato anual.
Su rango era similar al de los reyes, de los que constituían un auténtico contrapoder.
No eran reelegibles y, al término de su mandato, debían someterse a una rendición de cuentas si así lo exigían sus sucesores.
En este caso podían ser condenados incluso a la pena de muerte.
El colegio de los éforos fue lo más parecido a un poder ejecutivo moderno que llegó a conocer la antigua Grecia.
Como su nombre indica, estaban encargados de supervisar a los reyes y al resto de los habitantes de la ciudad, llegando su autoridad al mismo aspecto físico de las personas.
Ellos eran quienes vigilaban el respeto a las tradiciones, imponían sanciones y penas de prisión (incluso a los mismos reyes) y podían ordenar ejecuciones (a veces extrajudiciales, como las de los ilotas durante la krypteia).
También se hacían cargo de los asuntos exteriores, ejecutando las decisiones de la asamblea (presidida por ellos), ordenando movilizaciones y tomando cualquier decisión urgente que fuera necesaria.
Uno de los éforos era el “epónimo”, es decir, daba su nombre al año, aunque se desconoce la forma en que se le escogía.
Los nombres de los otros aparecían detrás en los documentos oficiales, por orden alfabético.
El poder de los éforos fue tan amplio que Aristóteles lo equipara al de los tiranos.
En realidad, su función teórica era la de representar al pueblo y, de hecho, Cicerón les compara en La República a los tribunos de la plebe.
Todos los meses los reyes juraban respetar las leyes, mientras que los éforos juraban defender el poder real pero a su vez lideraban a las polis.
*Éforo
Éforo (del griego Ἔφορος, formado por ἐπί, "sobre" y ὁράω, "ver", "aquel que supervisa") era el nombre dado a ciertos magistrados de los antiguos Estados dorios de Grecia.
Entre ellos, los más importantes eran los éforos de la antigua Esparta.
En Esparta existían cinco éforos, elegidos anualmente, que juraban cada mes respaldar a los reyes, mientras que éstos, a su vez, juraban respetar las leyes.
Contenido
Origen
Heródoto afirmó que la institución fue creada por Licurgo de Esparta, pero parece más razonable que no estuviera en la primitiva constitución espartana, sino que surgiera posteriormente de la necesidad de contar con gobernantes mientras los reyes estuvieran dirigiendo los ejércitos espartanos fuera de la ciudad.
Los éforos eran elegidos por la asamblea popular, la Apella.
Todos los homoioi, ciudadanos libres, podían ser elegidos para este puesto, pero no podían ser reelegidos.
Los éforos también contribuían a proporcionar un equilibrio entre los dos reyes de Esparta, que raramente cooperaban el uno con el otro.
Platón les denominó los tiranos que regían realmente Esparta como déspotas, mientras que los reyes no eran más que meros generales.
En efecto, las atribuciones de los éforos aumentaron progresivamente, hasta acumular el poder legislativo, el judicial y el ejecutivo.
Funciones
- Presidían las reuniones de la Gerusía, el consejo oligárquico de ancianos de Esparta y de la asamblea (Apella).
- También estaban a cargo de los juicios civiles, que ejercían según el derecho consuetudinario, ya que no había leyes escritas.
- Controlaban la recaudación de impuestos y el calendario.
- Dirigían la política exterior y el entrenamiento militar de los jóvenes. Los éforos decretaban las levas de soldados, y dos éforos acompañaban al ejército cuando entraba en batalla, con la atribución de poder arrestar y mandar a prisión a los reyes si no se comportaban correctamente durante la guerra.
Los éforos que acompañaban al rey se mantenían en contacto con los que permanecían en Esparta con la escítala.
De acuerdo con Aristóteles, los éforos renovaban cada año una declaración de guerra contra los hilotas, convirtiéndoles en enemigos del Estado, como forma de justificar el uso de la fuerza contra ellos.
Así, podían mandar a prisión y ejecutar a cualquier hilota por cualquier razón, en cualquier momento y sin tener que llevarlos a juicio o violar ningún ritual religioso de pureza.
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